Adorar la Sagrada Eucaristía



Corresponder y agradecer

Ante cualquier celebración eucarística, aunque sea cotidiana, siempre es preciso tomar conciencia de lo que se trata. Un prodigio que sintetiza la fe de la Iglesia, y que san Juan Pablo II invita a asumir con dos actitudes: la correspondencia (es decir, entregarnos como se entrega Jesús Sacramentado), y agradecimiento, haciendo que muchos tomen conciencia del don.



Eucaristía y don de entendimiento

Dios oculto: inconmensurable misterio de fe. “Haz que yo crea más y más en Ti”. Afirmamos nuestra de eucarística, pero necesitamos la penetración en esa verdad a través del don de entendimiento o inteligencia (intus-legere). ¿Qué nos hace descubrir? Por ejemplo, un corazón que palpita, una Sangre que me embriaga, un alma que me santifica. El nivel de profundización es inagotable.




Mismo espacio y tiempo

“Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. Así termina san Mateo su Evangelio, y Jesús lo cumple con su presencia de inhabitación y su presencia eucarística. Coincidencia en espacio y en tiempo, que requiere fe, recogimiento, silencio y dedicación de tiempo, para adorarlo.