Amor a Jesús



Devoción al Crucificado

Dejarnos interpelar por el Crucificado. ¿Qué semejanza existe entre un Dios crucificado y yo? Asumir libremente el camino de la Cruz voluntaria y recibir con alegría la inesperada es el modo de ser felices en la tierra y en la eternidad.



Enamorarse es la clave

Los misterios de luz del Santo Rosario nos iluminan. El cuarto, la Transfiguración, es el “icono de la contemplación cristiana”, en frase de san Juan Pablo II. Subir a un monte alto, ascender sobre la horizontalidad, dejar abajo lo terreno y fijar los ojos en el Rostro de Cristo, para descubrir su misterio. Ese acto de fe lleva al amor al Señor, única razón de nuestra vida: se trata de vivir enamorados.



Tesoro escondido

El Reino de los Cielos es un tesoro, y ese tesoro es Cristo, que está escondido en lo profundo de nuestro corazón. Hacernos de ese tesoro implica vender cuanto poseemos y somos: toda nuestra atención y todos nuestros deseos.