Humanidad Santísima



La Encarnación nos ancla

Son incontables los beneficios que nos ha traído la Encarnación del Verbo. Nos fijamos ahora en uno: impide que nuestra vida espiritual sea “ideática”, abstracta, que ande navegando por el éter. Nos ancla en una Persona concreta, histórica, real, de carne y hueso. Pero hemos de lograr el conocimiento personal de esa Persona, hasta que sea la que más tratemos y mejor conozcamos.



Amar al Resucitado

La resurrección de Cristo es un misterio que llena de contenido nuestra fe. No solo porque nos confirma en la verdad de su divinidad, sino porque llena –o debe llenar- nuestro espacio vital. Porque vive, habla, oye, ama, acompaña. Y nos pide nuestro ser, con amor no solo de agápe sino también de eros.



Dichosos lo ojos

Es notable la frase de Jesús: Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. ¡Se está refiriendo a Él mismo! Sí: nosotros tenemos esa dicha, pero… ¿realmente lo vemos y lo oímos? Incluso podemos tocarlo, comerlo, vivir una misma vida. Esa es nuestra dicha, también porque interpretamos los signos que quiso dejarnos: hagamos el ejercicio de contemplar sus Llagas.