Transformación en Cristo



Aquel que me ama… 

Aquel que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos en él nuestra morada. Pedir amor supone darlo antes. Guardar su palabra es la consecuencia. Hacer que se nos entrañe, al descender a las regiones abisales de nuestra alma. Entonces nos identificaremos con el Hijo, y nos convertiremos en morada de la Trinidad, adelantando el cielo.



Nadie va al Padre sino por Jesús

¿Voy siempre a través de este camino? ¿Mi vivir es Cristo, todo él? ¿Mi pensar, mi sentir, mi hablar, mi decidir? Cristo es la ley del cristiano, como el Amado es la ley del amante. Vivir para la persona amada es no pertenecerse: ser de Otro, la clave del amor.



Vispera de la Epifanía: ir a Jesús

Nuestra vida se parece a la peregrinación de los Magos: todo consiste en seguir una estrella. La estrella que se posa sobre la casa de Belén nos indica que la dirección es Jesús. Necesitamos fe, más fe, y con la fe, la contemplación. Es preciso saber concentrarse, evitando la dispersión en luces distintas. Una sola es la estrella de nuestra vida.