Encontrar a Jesús



Orar es abrirse al otro

Jesús revela el hombre al propio hombre. Él creció en la sabiduría divina, dedicando mucho tiempo a la oración. Abría a su Padre su alma humana, y nosotros le abrimos a Él la nuestra. Para eso, es preciso “estar”, porque estar es amar, haya o no palabras y sensibilidad.



Orar con delicadezas de enamorado

¡Qué dicha saber que Dios es nuestro interlocutor! Pidamos la gracia para poder vivir en diálogo. Y ejercitémonos en él, a través del silencio y la soledad. Así iremos aprendiendo a enamorarnos cada día más de Cristo. Este es el camino de santidad que ha de recorrer cada cristiano. No basta leer cosas sobre el enamoramiento, hace falta enamorarse. Igual la fe cristiana: puedo conocer la fe cristiana sin conocerlo a Él, sin amarlo a Él.



Lo esencial es establecer contacto

Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. Esta conocida frase de san Agustín nos descubre cuál es el secreto de la vida espiritual: llegar a Jesús, descansar en Él. El contacto personal con Nuestro Señor sitúa toda la vida espiritual en una luz absolutamente diferente, y nos lleva casi inconscientemente a la práctica de las virtudes.