Orar es oír



Abrir los oídos para escuchar

El salmo 80 es una súplica de Dios a su pueblo: Ojalá que mi pueblo me escuchara… Israel, si quisieras escucharme. Nosotros somos su pueblo, y grandes cosas ocurrirán si lo escuchamos. El gran problema de nuestro tiempo, decía el papa Pío XI allá por los años 30 del siglo pasado, es la falta de reflexión. Aprender a escuchar a Dios poniéndole atención, no haciendo nada sino eso, y quitándonos la prisa.



Enséñame el camino de la vida

Es hermosa la petición del salmo 15: Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a Ti. Nos recuerda algo esencial: estamos en camino, y sería un engaño echar raíces en esta tierra, en esta efímera existencia. ¿Cómo aprendo ese camino de la vida? Oyendo a Jesús, que habla en el interior, y que me ha dejado su Palabra.



Jesús desea que lo oigamos

Sabemos que al final de nuestra vida seremos juzgados. “Ojalá no me pierdas de vista ese juicio”, dice un punto de Camino. Es una verdad de fe. Jesús será nuestro Juez. Pidámosle desde ahora “vernos como Él nos ve”, es decir, en nuestra verdad. Porque ahí todo se descubrirá, lo falso se quemará como la paja en el fuego. Oigámoslo en la oración personal.