Recogimiento




Desierto e interioridad

Cuaresma; analogía cósmica del desierto. Si hallamos el desierto en nuestra alma hallaremos también el silencio, y con él la posibilidad de escuchar al Huésped del alma. Experiencia de la joven judía Etty Hillesum, que murió en las cámaras de gas de Auschwitz, luego de dejar al mundo su Diario en el que relata el encuentro con Dios en lo profundo de su ser.



Recogimiento y paz interior

“Vengan a Mí todos los que están cansados y agobiados, y Yo los aliviaré” (Mt 11, 28). Es una invitación del Señor: Él, además de ser nuestro Médico, Maestro, Rey, Salvador… quiere ser también nuestro descanso. Es en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas donde tiene que darse el encuentro, y entonces Él nos regalará su paz. “La verdadera oración, la que absorbe a todo el individuo, no la favorece tanto la soledad del desierto, como el recogimiento interior” (Surco, 460).



Amor al silencio

Para conocer a Jesucristo necesitamos la luz de lo alto, una lectura meditada del santo Evangelio y la oración. Un detalle que descubrimos es al amor de Jesús al retiro al que asociaba un gran amor al silencio. El Verbum silens de la vida oculta guardó hasta el final sus hábitos de silencio. Procuremos el silencio exterior, el interior y también el litúrgico.