Vida de oración



Alma hecha oración

No se trata tan solo de hacer oración, sino de hacernos oración: que nuestro ser completo se convierta en una caja de resonancia para la comunicación con Dios. Porque somos sal y luz, y es precisa la relación continua con Aquel que impide que nos volvamos insípidos o nos cubran las tinieblas.



Cómo orar

De Jesús aprendemos a orar. Él se iba “a lugares solitarios”: primera enseñanza: la soledad. La oración en el encuentro con el Dios vivo y verdadero, de persona a persona, cara a cara, y se precisa la paz del alma. No es tarea fácil, porque consiste en trascender, desde lo profundo, al Otro. Pero es lo propio del hombre, lo que le revela su grandeza.



Ora sin vacíos

Cristo se levantaba muy de madrugada, e iba a lugares solitarios a hacer oración. Admirémonos ante su continua oración. Nos revela nuestro propio ser: lo normal es mantenernos en ámbitos de oración, lo anormal es no orar. “Ser almas de oración”: invitación a un “estado de oración”. ¿Qué mediría un aparato que registrara lo que habitualmente ocupa nuestra cabeza y nuestro corazón?