Humildad



No extrañarnos de la cizaña

Mateo 13, 24-30: parábola del trigo y la cizaña. ¿Por qué no autoriza el dueño del campo que arranquen esa mala hierba? Tanto en el micro cosmos de nuestro corazón, como en el macro cosmos de la humanidad, Él deja crecer la cizaña. Y es que la tiene presupuestada para nuestra santidad, para nuestra humildad, para invitarnos a colaborar con Él en la obra de la Redención…



La humildad es asunto de ontonlogía

Jesús nos salva ex obedientia et caritate. María pronuncia su y se desencadena la liberación del pecado. María oye al enviado de Dios y abre su corazón. Jesús ora y hace siempre lo que a su Padre le agrada. Nuestra vida es ante todo oír, para ser conducidos a gozar del designio de Dios. Hagamos silencio en nuestro abismo interior y ahí Dios nos hablará de continuo.



Andar en verdad

Jesús corrige las pretensiones protagónicas de sus apóstoles, invitando a ser el último. Recomenzar a aprender a ser humilde, pedía el beato Álvaro. Porque reaparecen los brotes del yo, que se infiltran por todos los resquicios. La humildad es la verdad de reconocer nuestra nada, y de abrir espacios al amor.