Mortificación



Hostia y Víctima

Muerte de Jesús: “Yo para esto he venido al mundo”. Lo propio de mi encarnación –nos diría- es la entrega de mi Vida. Perpetuación en Misa. Vayamos ahí con la conciencia de sacrificio, en su doble acepción: la de destruir –la parte mala de nuestra vida y de la humanidad- y de sacrum-facere, de hacer algo sagrado, de elevar la humanidad hasta Dios.



La mortificación mide el amor

¿Tenemos devoción a la Pasión de Cristo? Metámonos en los sentimientos de Jesús, en particular cuando manifiesta su turbación al entrar en Jerusalén el Domingo de Ramos. El Crucificado atraerá a Sí todas las cosas, y entendemos cómo el sentido y la eficacia de una vida depende de la generosidad para vivir negándonos, en una mortificación que busca ser continua.



Tesoros

Jesús invita a negarse a sí mismo como condición para seguirlo. Cada día nos brinda distintos tesoros para ganar en esa cercanía: el hambre, la sed, el frío, el calor, el dolor, la soledad, la deshonra, la incomprensión… cada una de estas realidades será en verdad un tesoro si nos hace crecer en el amor.