Santidad



Ansias de santidad

El grano echado en tierra brota y crece, sin que el hombre sepa cómo (cf. Mc 4, 27). La santidad es ante todo acción de la gracia, y nosotros debemos sencillamente ser dóciles para que “dé fruto: primero el tallo, luego la espiga y después el trigo abundante en la espiga” (v. 29). La santidad es el proyecto de Dios para todo hombre, y el único camino para ser felices.



La santidad es ser bueno

El proyecto de Dios no tiene límites: siempre puede crecer la unión con Cristo. Eso es la santidad, el asimilarnos a Jesús. Pero no significa que debamos hacer cosas extraordinarias, pasar a la historia. El amor es una raíz cuyo fruto es la bondad. Mi corazón tiene raíces de mal, y por eso no manifiesto bondad. Valorar el ser bueno por encima de otras percepciones de mi yo.



Amar siempre  

Cuidar los desenfoques en la santidad; no consiste en acumular virtudes, ni en llevar una vida de gran renuncia o apostolado. Consiste en amar. Las virtudes se viven no por represión de los apetitos, sino por la presencia de un amor mayor. Así comenzó la práctica celibataria desde tiempos apostólicos: el amor intenso a Jesús llevaba al ofrecimiento de sí.