Pobreza




Pobreza: Gran señora mía

En la memoria litúrgica de san Francisco de Asís meditamos sobre la virtud cristiana de la pobreza. El santo de Asís se desposó con la señora pobreza, y logró la renovación de la Iglesia en épocas de gran materialismo y corrupción. Que la pobreza también se “enseñoree” de nosotros, para que colaboremos con la santidad de la Iglesia.



Ser pobres de espíritu y rico en Dios

El Rabbí que en Galilea ha empezado a predicar. Pero no revela su programa hasta el Sermón del Monte. Y en el centro de ese Sermón encontramos el centro: las bienaventuranzas. Detenernos en la que habla de la dicha de los pobres de espíritu: los que tienen conciencia de su indigencia, de su pequeñez. Y de nuestra pobreza ante Dios: simplemente bajar nuestros brazos para dejar que nos conduzca.



Vivir pobre

Jesús advierte del peligro de la avaricia. Un hombre que va cargado por la vida, no puede volar, se queda siempre a ras de tierra. El secreto está en el corazón: vivir contento con lo que basta para pasar la vida sobria y templadamente. No tener cosas superfluas. No tener nada propio. No quejarse cuando falta lo necesario.