Comunión de los santos



Solidaridad espiritual

En noviembre meditamos el dogma de la comunión de los santos. Dogma muy “católico”, pues los protestantes no aceptan ni el culto a los santos ni la existencia del purgatorio. Pero la Iglesia lo ha creído siempre, y resulta muy consolador. Estamos arropados por los santos de la tierra y los del cielo, de toda época y lugar. Colaboremos con nuestra propia aportación.



El anciano y el Niño

Senex puerum portabat, puer autem senem regebat. El anciano (Simeón) llevaba al Niño, pero el Niño era el que sostenía al anciano y lo dirigía. Palabras que nos ayudan a comprender que Dios nos rige, que estamos conectados a su Vida divina y a la fuerza de santidad de la Iglesia. Y que contamos para nuestro aprovechamiento con los méritos de Jesús, María y los santos.



Comunión de los santos

¿Qué implicaciones conlleva este dogma de fe? Uno: el consuelo de sabernos arropados y sostenidos por los amigos de Dios en el cielo, en el purgatorio y en la tierra. Dos: la responsabilidad de cooperar con bienes espirituales para las iglesias purgante y militante. Tres: la conciencia de que los únicos verdaderos transformadores de la sociedad son los santos.