Conversión



Santidad exige conversión

“Se han abierto los caminos divinos de la tierra”: frase de san Josemaría que invita a tomar conciencia del sendero por el que transitamos. Para ir por él, necesitamos sucesivas conversiones. ¿En qué espera hoy Dios que se dé mi conversión? Comenzar siempre por uno mismo, para que se facilite la conversión de los demás.



Convertirse es ir a Jesús

“Un corazón contrito y humillado Tú no lo desprecias”, reza el Salmo 50. La santificación se entreteje de muchas conversiones. En cada instante puedo hacerlo, en cada instante puedo “ir a Dios”. A eso me invita la Cuaresma, y eso a su vez me indica la continua asistencia de la gracia, pues yo no podría hacerlo sin una acción preveniente de Dios.



Conversión y Reino de los Cielos

La primera predicación de Jesús consiste en invitar a la conversión porque el Reino de los cielos está cerca. Invitación permanente, pues ese reino –Jesús resucitado– está siempre muy cerca, pero necesitamos convertirnos a Él de continuo. Lo hacemos con los actos de contrición, con la docilidad al Espíritu Santo y con la Sagrada Escritura.