Cruz




Desde el principio, la lección de la Cruz

El camino para ir al cielo es “el que sube”. La renuncia al yo es fuente de alegría, pues el amor y el dolor son inseparables: descubrir cada invitación de Dios a unirnos a la Cruz.



3 de mayo

Rechazo o amor a la Cruz

Los grandes heresiarcas han buscado erradicar de la fe la Cruz de Cristo, buscando atraerse adeptos, y han terminado por destruir la fe. La Cruz es la única fuente de santificación y también de felicidad. Dios nos da, multiplicado, lo que nosotros le damos a Él. San Juan de la Cruz lo comprendió bien al escribir: “Mejor es sufrir que hacer milagros”. O: “Quien supiere morir en todo, tendrá vida en todo”.



La cruz es descanso de mi vida

Jesús es el homo poenitens. Y nos invita a acompañarlo. Él necesita almas reparadoras, almas que hagan contrapeso al mal. Necesitamos valentía para acometer el camino de la cruz, pero los santos nos animan diciendo que lo difícil es el primer paso. A Dios le damos una pequeña obra de penitencia, y Él nos la devuelve en gracia. En ella descansan las ansias de amor: “seas bienvenida”, le decía santa Teresa a la Cruz.