Espíritu Santo



El Espíritu Santo es la gran donación

En sus últimas conversaciones con sus apóstoles, Jesús tenía un interés muy particular en hablarles del Espíritu Santo. “El Paráclito habita en ustedes”, les decía, animándolos a contar con ese Amor sustancial que los llevaría a la santidad. Estemos atentos a sus mociones, recordando que el Espíritu Santo es fruto de la cruz, de la entrega total a Dios y de la renuncia a nosotros mismos.



El Espíritu Santo santifica

Al principio de la Creación el Espíritu de Yahvé vivificaba las aguas. En la Encarnación, fecundó el vientre de María, y en Pentecostés descendió sobre los príncipes de la Iglesia. Volverá sobre nosotros para santificarnos y para que colaboremos en la santificación de otros. A veces nos da aldabonazos, a veces es una suave brisa, pero siempre es imprescindible para ir adelante.



El Espíritu Santo

Si Dios es misterio, la Persona del Espíritu Santo nos resulta aún más misteriosa. Pero gracias a Ella podemos saber más de Dios y también de nosotros mismos. La Trinidad es unidad gracias al Espíritu que une al Padre y al Hijo. Un amor del que nosotros, como imagen divina, participamos. Que se note su presencia por el fruto primero, el de la caridad.