Fortaleza



Dios es el fuerte

Al recorrer la historia de la Salvación, advertimos la constante insistencia de Dios para que sepamos apoyar en Él nuestra debilidad. Estar en la verdad es aceptar que Dios es el fuerte. Para tener fortaleza –se entiende que siempre prestada– se precisa ser humildes: sólo así nos sentimos necesitados del auxilio divino.



Fortaleza vs sentimentalismo

En el Antiguo Testamento se privilegiaba la fuerza física: Sansón venciendo a los filisteos, David venciendo a Goliat, los judíos derrotando a sus enemigos… en el Nuevo, se nos pide ante todo la fortaleza interior. Ejercitarnos en actos interiores de fortaleza, sobre todo cuando nos vengamos abajo por una corrección, una humillación, un resentimiento… de otro modo, bloquearíamos la acción del Santificador.



Fortaleza prestada

Sansón, Gedeón, David… personajes destacados de Israel en los que aparece de manera patente el auxilio divino en la lucha contra los enemigos. Es una constante a lo largo la historia de la salvación, aunque ahora nuestro fortalecimiento mira principalmente a lo interior. Saber apoyarse en Aquel que es el único Fuerte.