Alegría



Alegría cristiana

La alegría proviene de la presencia del Espíritu Santo en el alma. Por eso, cristianismo es sinónimo de alegría. El papa Francisco ha querido recordarlo en su primera Exhortación Apostólica, dando a la evangelización –y, por tanto, a toda la existencia cristiana- el toque de alegría.



El Aleluya y la alegría

Cuando decimos “Aleluya”, ¿coincide nuestro corazón con la voz? Porque esa expresión hebrea significa “Alaben a Yah” (Halelu-Yáh), y es un canto de gratitud y alabanza. Y es que en realidad todo el mensaje cristiano es un canto de alegría que traspasa como un hilo de oro la historia de la Salvación. Por eso, hemos de “permanecer en nuestra alegría habitual”, pase lo que pase, como norma de siempre. Dios se pone feliz al vernos felices.



Con alegre sonrisa

Al tejido del cristianismo lo recorre, como un hilo de oro, la alegría. Desde el mensaje de los ángeles a los pastores hasta el gozo de los apóstoles al ver al Señor resucitado. La iucunditas es la virtud que enseña a recibir con una alegre sonrisa, en la medida y de la manera adecuada, todos los acontecimientos. Y la tristeza es del pecado, porque aparece el sinsentido y el egoísmo.