Amor a Dios



Tengo el Amor de Dios para amar al prójimo

“La esperanza no falla, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom. 5, 5). Una revelación impresionante: tu corazón no da para amar como Dios nos pide, pero teniendo el Espíritu Santo, podemos amar como amó Jesús. El lavatorio de los pies es preludio de la entrega total en la Eucaristía y en el Calvario. Nos va a mover el Amor de Dios para que seamos capaces de la entrega total a Dios y al prójimo.



Enamorarse es la clave

Los misterios de luz del Santo Rosario nos iluminan. El 4º, la Transfiguración, es el “icono de la contemplación cristiana”, en frase de san Juan Pablo II. Subir a un monte alto, ascender sobre la horizontalidad, dejar abajo lo terreno y fijar los ojos en el Rostro de Cristo, para descubrir su misterio. Ese acto de fe lleva al amor al Señor, única razón de nuestra vida: se trata de vivir enamorados.



Así como el Padre me ama

Palabras sorprendentes de Jesús: como el Padre me ama, así los he amado Yo. Y luego nos pide que permanezcamos en su amor. Es la única lengua que se habla en el Cielo, y la única pregunta que nos harán para entrar en él. Amor con amor se paga. Reclama correspondencia. Y reclama también continuo crecimiento; de ahí el peligro de la rutina. Amar con el Corazón de María.