Apostolado



Conocer a Cristo para darlo a conocer

“A quien me reconozca abiertamente delante de los hombres, Yo lo reconoceré abiertamente ante mi Padre celestial”. Y para re-conocerlo, antes es preciso conocerlo. Porque se trata de remover los corazones para hacerlos capaces de buscar, encontrar, seguir, amar, permanecer en y con Cristo. Tarea delicadísima, superior a nuestras fuerzas.



Salvar almas: deseo de Jesús y nuestro.

Dolor de Jesús ante el rechazo de su predicación: ¡Ay de ti, Corazaín, ay de ti Betsaida! Meditemos si nuestros deseos de salvación coinciden con ese dolor de Jesús por la cerrazón de los hombres. ¿La clave para cualquier tarea apostólica? Llenarnos de la Persona del Señor, tener sus sentimientos a base de una continua vida de oración.



Jesús cuenta con tu colaboración

Jesús hace un gran milagro: multiplica los panes y los peces. Pero no sin antes contar con la colaboración humana: los discípulos le proporcionan lo que tienen, cinco panes y dos peces, indicándoles que los repartan (cf. Juan 6, 9-10). Él hace por lo menos el 99.9% del prodigio, pero esa milésima parte nos la pide. Consideremos el sentido salvífico de nuestra vida, en todas sus modalidades.