Adviento



Adviento es esperanza

En el segundo domingo de Adviento, la Iglesia nos urge a dirigir nuestra mirada a la meta de la eternidad. Es ésa la primera manifestación de la esperanza: no olvidar que un Amor Infinito nos sostiene, nos alienta y nos aguarda para siempre. La prisa festiva hacia la meta viene dada, en buena parte, por la moderación, la sobriedad, la austeridad.



El Bautista y la rectitud

Los Evangelios del Adviento traen de continuo a nuestra consideración la figura de san Juan Bautista. “Yo no soy el Mesías”; “Conviene que Él crezca y yo disminuya”. Su fidelidad se concreta en su ocultamiento; lo que le importa es dejar paso al Señor. Cuidemos rectificar la intención, sin buscar en la tierra paga humana.



Creo que Dios es amor

El Adviento nos invita a aumentar el ansia del Redentor. En el cuento de Aladino, también ahora se nos presenta el Genio preguntándonos: ¿qué deseas? “Nada sino Tú, Señor”, podemos responder con santo Tomás de Aquino. El Adviento corrige las emociones descontroladas, invitándonos a la emoción que salva, la del amor al Señor.