Espíritu armonizador del caos
En toda reunión eclesial, desde unas semanas de estudio hasta el cónclave que elige al Romano Pontífice, se invoca el auxilio del Espíritu Santo. Porque en realidad nada podemos sin Él: “Nadie puede decir ‘Jesús es el Señor’ sino con el Espíritu Santo” (I Cor 12, 3). Él es el armonizador de nuestro caos, y nos ayudará a despegar hacia las alturas de una vida interior profunda, destrabándonos de aquello que nos hace desordenados.