San José y el santo abandono

Aprendemos de san José a estar donde debemos, haciendo aquello que Dios ha dispuesto que hagamos. Y aceptando, sin quejarnos, ni por fuera ni por dentro, de lo que nos acontece. Es el camino del abandono en manos de Dios, como el barro en manos del alfarero. Ese abandono ha de proceder del amor, y se refiere a la totalidad de nuestra vida.