Visitación




Caridad y alegría

En la Visitación de María a Isabel encontramos la irradiación de la alegría de Aquella que es portadora de Jesús. La alegría es fruto de un alma en armonía con Dios y consigo misma. Y es también un ingrediente insustituible para la caridad. Comenzando por la sonrisa.



Visitación

En la Visitación María inaugura la fe eucarística

Recorriendo los caminos de Palestina con Jesús en su seno, María realiza la primera procesión del Corpus de la historia. En su fiat, Ella inaugura la fe eucarística, aquella que tendríamos nosotros al comulgar: la presencia del Cuerpo de Cristo en las entrañas. De manera que nuestro Amén al comulgar es equivalente a su fiat, enseña san Juan Pablo II. Y nosotros, como Isabel, le decimos que no somos dignos. Y es verdad: que no nos acostumbremos a la Eucaristía.



María alegra a Isabel

¿Hasta dónde puede llegar un saludo, una sonrisa, una palabra amable, si procede del alma llena de Dios? Nos lo manifiesta María en casa de Isabel. Quien está lleno de Dios es mensajero de paz y de alegría, comunica la mejor caridad.