San José y el santo abandono
Aprendemos de san José a estar donde debemos, haciendo aquello que Dios ha dispuesto que hagamos. Y aceptando, sin quejarnos, ni por fuera ni por dentro, de lo que nos acontece. Es el camino del abandono en manos de Dios, como el barro en manos del alfarero. Ese abandono ha de proceder del amor, y se refiere a la totalidad de nuestra vida.
Santo de humildad
En san José, Dios ha querido hablarnos de la virtud de la humildad. Él no fue sino comparsa, es decir, un personaje secundario dentro del gran misterio de la Redención. Por eso puede llamársele “santo de humildad”, ya que no tuvo ningún deseo de protagonismo. Revisemos dónde se nos da ser protagónicos y evitaremos el peligro de robarle así a Dios la gloria que se le debe.