Libres para amar
Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo (Lc 14, 33). Grandísima exigencia, y no es metáfora: se trata de todo. Libres nos quiere Dios, atados solo a Él. Entonces podremos amarlo incondicionalmente. Atender a la argucia del demonio, que nos “pilla” para que no dediquemos toda nuestra atención a Dios.