Pobreza



Que no te atrape lo material

En el domingo XXXIII, casi al término del año litúrgico, consideramos el discurso escatológico de Jesús frente al Templo de Jerusalén. El Señor profetiza la destrucción de Jerusalén antes de que pase la generación presente, uniéndola a la profecía del fin del mundo. Vivir vigilantes, atentos al enemigo de Dios llamado “mundo”, que puede perdernos por la avaricia.



Pobreza para amar mejor

El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza: para estar con Jesús es preciso vivir la pobreza. Dios quiso recordarlo a través de san Francisco y del franciscanismo. Para seguir a Cristo se precisa la libertad del corazón: “cuando se descuida la pobreza es que va mal toda la vida interior”, decía san Josemaría. Y es, además, condición indispensable para dar fruto.



Una familia pobre

En la purificación de María, la ofrenda –dos pichones- es la correspondiente a una familia pobre. ¿Es bueno ser pobre? ¿No pudo José –seguramente excelente artesano- evitar la pobreza de la Sagrada Familia? ¿O buscó esa forma? La pobreza es un bien, que se debe propagar. Lo que debe erradicarse es la miseria: deseemos ser pobres, porque son bienaventurados.