Serena impaciencia
Meditamos las verdades de fe no referidas a nuestros orígenes, sino a lo que nos espera después, al término de nuestra vida terrena. ¿Cuál es el planteamiento que tenemos ante nuestra propia muerte? ¿Una serena impaciencia para estar con Cristo? Crecer en el ansia del encuentro, como parte de la virtud de la esperanza.