Eternidad



Morir para vivir

Jesús invita a saber perder la vida para en verdad ganarla. Porque existe el peligro de perderla para siempre, teniendo como resultante el fracaso absoluto de toda nuestra existencia. Viviendo la mortificación –perdiendo la vida- la aseguramos para la eternidad.



Antídoto para la inmortalidad

Semana XXXIV del tiempo ordinario, última semana del Año litúrgico, los tintes de la liturgia de la Palabra son apocalípticos. No para invitarnos a la elucubración, sino para pensar en la eternidad. Veamos así la Sagrada Comunión, Pan de Vida eterna, antídoto para la inmortalidad.