Miércoles Santo



Miércoles Santo: mirar a Cristo

Serenar nuestro interior para atender a Jesús. Estamos hoy con Él en la negación de Judas, que lo vende por 30 monedas de plata. Invita el profeta Isaías: “Miren a mi Siervo a quien sostengo, mi elegido, en quien me complazco…”. Dios Padre quiere que tengamos siempre presente a su Hijo. Podemos preguntarnos: Y a mí, ¿todo me lo recuerda? Me servirán las normas de piedad, de modo especial las normas de siempre. Todo ha de recordarnos al Amado del Padre.



Judas y María de Betania, las cosas y la persona.

En el contexto de la Semana Santa, el evangelio de la Misa nos presenta a María de Betania juzgada por Judas (lunes), la traición de Judas anunciada por Jesús en la Última Cena (martes) y el acuerdo al que llega Judas con los sacerdotes (miércoles). ¿Qué le ocurrió a Judas, que muy posiblemente al principio sería tan entusiasta como los demás en su seguimiento del Maestro? Lo insinúa san Juan: era ladrón, se quedó con ‘las cosas’ y perdió de vista a la Persona. María, en cambio, se vuelca en detalles de cariño a la Persona.



Miércoles Santo: Las llagas de Cristo

Los que miraban la serpiente que Moisés levantó en el desierto quedaban curados. Los que miren al Crucificado, recibirán la salvación eterna. El Cuerpo crucificado es un retablo donde aprender. Al meternos en cada Llaga de Cristo practicamos un modo alto de trato con Dios, y recibimos la gracia de unión.