Junio



23 de junio

Puerta del Cielo, Madre de la Esperanza

Lo que la Iglesia reza es lo que la Iglesia cree. Lex orandi, lex credendi. Si a María le decimos “Puerta del Cielo” es porque creemos que gracias a Ella podemos entrar al Cielo. Y creemos también que es Puerta del Cielo porque nos consigue las gracias para que entremos ahí. Por eso creemos también que es la Madre de la Esperanza, porque María inflama nuestra seguridad de estar un día ahí con Ella.



24 de junio

San Juan Bautista: personificar a Cristo.

Seis meses después de la Navidad celebramos el nacimiento de san Juan Bautista. “No ha habido hombre nacido de mujer mayor que Juan el Bautista”, dijo Jesús. Es, por tanto, un referente muy importante para nuestra vida cristiana. Es precursor: adelanta la llegada de Cristo. Es nuestra misma tarea: hacer presente a Jesús con nuestra propia persona. “Haz que el fundamento de mi personalidad sea la identificación contigo”, pedía el beato Álvaro. Es esa también nuestra ilusión: que nos cambiemos en Cristo para hacerlo presente.



25 de junio

Bienaventurados los que lloran

El Catecismo de la Iglesia Católica da lineamientos sobre la catequesis: dice que debe ser del Espíritu Santo, de la gracia, de las bienaventuranzas… Dice también que no existe otro camino para ser feliz más que el indicado por Jesús en el Sermón de la Montaña. Se nos va la vida, por tanto, en vivir de acuerdo con esas reglas. Meditemos brevemente en una de ellas: la que se refiere a los que lloran, porque ellos serán consolados.