1 de enero
María, Madre de Dios y nuestra.
El fin de un año nos recuerda la caducidad de la vida: nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir. Pero también nos hace ver que, en Dios, todo empieza. Él es el Señor del tiempo, Y la Iglesia nos invita a que este sea un tiempo nuevo porque María nos gesta en su vientre, para que seamos Cristo. No hay una fiesta de “María, madre de los hombres redimidos”, porque está implícita en la de hoy. Somos sus hijos porque es la Madre del Verbo encarnado.