30 de mayo
Decenario al Espíritu Santo, el Huésped permanente.
Como las vidrieras de una catedral, los santos son aquellos que permiten que pase a través de ellos la luz y el calor del Espíritu Santo. No son nuestras fuerzas o capacidades las que nos santifican, sino la acción del Dador de vida divina. Lo tenemos como Huésped desde el bautizo y corremos el riesgo de que pase inadvertido. Agradecerle su presencia, disponiéndonos a secundarlo mejor.