Deleita, nutre, transforma
El banquete está preparado, pero la invitación es desoída. Hay que ir, e ir con traje nupcial, es decir, con fe y con amor. Entonces se perciben los efectos de la comunión eucarística: deleita, nutre y transforma en Aquel se recibe. Nos hacemos Cristo, para subir al infinito.