Sangre de Cristo en nuestras venas
“Piadoso Pelícano, Jesús, Señor, límpiame a mí inmundo con tu Sangre, uno de cuyas gotas puede limpiar de todos los crímenes al mundo entero”. La Sangre de Cristo –toda ella– la recibimos al comulgar. Nos limpia, pero tiene también la fuerza para encendernos en amor, para embriagarnos. Valorar el sacramento, y pedir perdón por “los lugares vacíos” y la inconsciencia.