Miren a mi siervo
Es el mismo Padre celestial quien nos invita: Miren a mi siervo, a quien sostengo; al elegido, en quien tengo mis complacencias. Aunque no tengamos otra idea, la única dirección de nuestra vida es Jesús. Buscarlo con ansia, con abnegación, sin descuidar nada, especialmente en lo que se refiere a las prácticas de vida interior.