Nada te separe del amor de Cristo
San Pablo, en la carta a los Romanos, se pregunta qué podrá separarlo del amor de Cristo. Ni la persecución, ni la angustia, ni los espíritus más altos. Entonces, ¿qué? Tan solo el pecado. Afrenta personal, herirlo en su Corazón, porque somos de sus predilectos. Detectar ocasiones de pecado, y fomentar el ansia de reparación.