Conocer para amar
No se puede amar lo que no se conoce. Debo, pues, buscar un conocimiento de Jesús tan hondo, personal e íntimo que me conduzca a un amor mayor. La lectura del Evangelio me lo hace posible. Trasponer los gestos externos para llegar al interior de su Corazón, y de ese modo aumentar mi facilidad de trato, mi comunión con Él.