Ver y oír a Jesús
Se puede tener ojos y no ver, tener oídos y no oír. Pero nosotros somos dichosos porque podemos hacerlo. A eso vamos a la oración: a verlo a Él, a oírlo a Él. Podemos no orar comunitariamente, y eso no será definitivo. Pero no podemos relegar lo insustituible, lo más propio de cada uno: el ser yo ante Él; que Él sea Él ante mí.