Llagas de Cristo y vida interior
El Apóstol Tomás deseaba ver y tocar las llagas de Cristo. Su incredulidad nos sirve para saber que el Señor permanece con sus llagas abiertas. En nuestra oración contemplativa encontramos en ellas un modo íntimo de tratarlo, un modo de fortalecimiento, de gozo y de desagravio. Busquemos centrar nuestra oración, más que en nosotros, en la Persona del Señor.