Contempla las llagas de Cristo
Miren mis manos y mis pies… es la tarjeta de identidad de Jesús. Los asombrados apóstoles ven esas manos y esos pies perforados por las llagas. Una llaga no es igual que una herida; esta se cierra, cicatriza y tiempo después, desaparece. La llaga permaneces abierta. Así ha querido Jesús permanecer por toda la eternidad. Nos invita a un modo místico de oración en el que abandonemos lo extrínseco y formal, por el trato contemplativo y de contacto.