En el mar que es Cristo
Confesar la divinidad de Jesús de Nazaret conlleva afirmar que si un hombre es Dios es porque el hombre puede también serlo. San Atanasio, gran defensor de la divinidad de Jesús contra Arrio, dijo: “Se hizo lo que somos para poder hacer de nosotros lo que Él es”. Corremos el riesgo de ser arrianos o semiarrianos, cuando no vivimos de esta verdad.