Vivir en Cristo, no en mí.
San Josemaría meditó largamente la frase de Gálatas 2, 22: “Vivo, o más bien no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”. Es la esencia de la vida cristiana: la negación del yo para la afirmación del Tú. Pero ese bandido –don yo– se torna omnipresente, manifestándose de mil modos, también con apariencia de santidad. Al final, todo se simplifica viviendo en Cristo.
Jesús habla con su Padre de nosotros
Hemos de acercarnos de puntitas al capítulo 17 de san Juan. Es la conversación de Jesús con su Padre, reveladora de verdades enormemente consoladoras: la gloria del Padre es que tengamos la vida eterna. Y la tendremos al ser uno con el Padre y con el Hijo. Jesús es el Sumo y Eterno sacerdote, que nos abre las puertas para entrar en la vida íntima de la Trinidad.