Recibir a María en nuestra casa
“Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”. ¡Qué dicha, poder decir cada uno de los discípulos lo mismo! En toda nuestra casa, en cada facultad y potencia de nuestro interior, debemos recibir a María. Entonces todo queda perfumado, purificado. “Meter a la Virgen en todo y para todo”, recomendaba don Álvaro. Todo aparecerá entonces con los modos de María.