Como María, da tu sí al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo actúa constantemente en nosotros, como actuó constantemente en María: no solo en la Encarnación, sino también cuando visita a Isabel, cuando calla a José su secreto, cuando obedece al exilio de Egipto… Como Ella, busquemos ser siempre ser movidos por el Espíritu Santo, más que por la mera psiqué. Subordinar las facultades puramente naturales a las sobrenaturales, recomendaba el padre Garrigou-Lagrange.