Inmaculada



La Inmaculada es nuestro destino

María, sin pecado. María, en gracia concebida. Cuánto bien nos hace contemplar a la Purísima: nos anima, nos recuerda el proyecto de Dios, que de ahí somos. Cuánto bien nos hace comprobar que uno de los nuestros está más allá de todo mal y de toda limitación. La Inmaculada alienta nuestra esperanza.