Para oír a Dios
Valorar los salmos como palabra de Dios que se convierte en oración del hombre. El salmo 80 es especial, porque Dios mismo es quien habla: pide ser escuchado. Y que, si lo hacemos, nos irá muy bien. ¿Cómo escuchar a Dios? Preparándonos: primero, callándome. Luego, dejando de hacer lo que estoy haciendo (lo que ocupa mi mente). Tercero, no tener prisa.