Para escuchar a Dios
El hombre tiene en su interior un rescoldo, una brasa pequeña, encendida con un fuego. El fuego de lo divino. Es menester estar pendientes para avivar ese fuego, retirándole las cenizas que muchas veces lo cubren. Oír en la conciencia, oír en la Palabra de Jesús en los Evangelios, oír en las circunstancias de la vida. En el salmo 80 Yahvé suplica a su pueblo que lo escuche.