Orar, amar intensificar los deseos.
Con los salmos oramos como debemos. Nos reubican, por ejemplo, el salmo 62: “Señor, mi alma tiene sed de Ti”. La medida del cielo es la medida del deseo: busquemos modos de hacer más intenso nuestro deseo de Dios. Unir corazones, incursionando en los misterios de Jesús.