Vivir orando
De principio a fin, la vida de Jesús está marcada por la oración. Y así debe ser la nuestra, a pesar de que constantemente nos descentramos y somos atrapados por simplezas. La oración es una gracia, es una actitud del alma ante Dios. Reclama siempre de nosotros fe y entrega. Pero constituye el sentido último de nuestra vida, pues nos libera del infierno de permanecer anclados en el propio yo.